LOS ANGELES – Decenas de aerolíneas han cancelado vuelos a China a raíz del brote de coronavirus, pero al menos un viajero asiático estadounidense decidió no viajar este verano a las Filipinas para evitar una enfermedad social que se propaga: el racismo.
El estudiante de segundo año de la Universidad de Arizona, Joseph Salvoro, decidió después de que su primo fuera detenido e interrogado por la seguridad del aeropuerto el mes pasado mientras viajaba de Los Angeles a Nueva York. Al primo se le preguntó si estaba infectado con el coronavirus, a pesar de que nunca ha estado en China, donde la enfermedad respiratoria surgió a finales de diciembre.
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“La gente es tan ignorante y nos rompe el corazón porque crecimos en los Estados Unidos y pensamos que somos estadounidenses, y luego el virus se propaga y ahora no nos ven así”, dijo Salvoro. “También estamos tan asustados como ellos. Tenemos los mismos temores y estamos tomando las mismas precauciones”.
Desde burlas en las escuelas, hasta la exageración de evadir a los asiáticos estadounidenses, los acontecimientos actuales reflejan una historia de relaciones racistas a las enfermedades transmisibles, según Wei Li profesora de ASU y otros expertos.
“Estaba sucediendo durante el SARS y la gente etiquetó racialmente a los asiáticos estadounidenses y durante el Ébola a los afroamericanos”, dijo Li, quien es catedrática de Estudios Asiáticos del Pacífico Americano. “Esos problemas están etiquetando racialmente a los grupos y las personas aglomeran a todo un grupo y los culpa por contaminar a nuestra nación y a la gente”.
“Creo que podemos aprender de la historia, como país, lo que hicimos mal en términos de discriminar completamente a la población asiático estadounidense”, dijo, refiriéndose a los temores basados en la raza que llevaron a la Ley de Exclusión China de 1882, una ley que prohibió inmigrantes chinos. Más allá de los precedentes históricos, muchos no pueden distinguir entre japoneses, chinos o tailandeses “por lo que piensan que cualquier asiático pudiera venir de China y llevar el virus”, dijo Li.
Aretha Deng, estudiante de ASU, recordó a los estudiantes susurrando y levantándose para irse cuando ella recientemente se sentó frente a ellos en una mesa en el campus.
“Un incidente como ese no me ha pasado antes, pero me di cuenta de que era porque soy asiática y debido a las noticias sobre cómo salió el caso de ASU”, dijo Deng. “En lugar de hacer suposiciones, deberíamos de tener una conversación abierta al respecto”.
Salvoro dijo que Facebook, Twitter y otras redes sociales permiten una conversación pública que a menudo se desvía hacia la desinformación y los llamados chistes que pueden ser dañinos, propagando el miedo y la discriminación más rápido que el virus.
“He visto amigos comentando en Facebook y piensan que es gracioso, y hay una cadena que han iniciado”, dijo Salvoro, quien está estudiando ciencia política y economía.
La propagación de desinformación y las teorías conspirativas se suman al odio hacia los asiáticos estadounidenses, según Jason Oliver Chang, profesor asociado de estudios del Pacífico Americano de la Universidad de Connecticut.
“Leí el tema como producido históricamente y supeditado a una serie de factores, pero la asociación de la enfermedad con las personas no blancas es algo viejo, por desgracia”.
Algunas aplicaciones en las redes sociales están tomando precauciones para detener la propagación de información potencialmente dañina sobre el virus, que ha afectado a personas en más de 25 países y ha quitado la vida a más de 1,000 casi todos ellos en China. Facebook anunció el 30 de enero que “eliminaría contenido con afirmaciones falsas o teorías de conspiración que han sido marcadas por las principales organizaciones mundiales de salud y las autoridades sanitarias locales que podrían causar daño a las personas que les creen” en una entrada de un blog.