Viernes sangriento deja más de 120 muertos en París

Nadie se adjudicó de inmediato la responsabilidad de los ataques, aunque yihadíes inmediatamente los elogiaron en Twitter y criticaron las operaciones militares de Francia contra extremistas del grupo Estado Islámico.

PARÍS - Las armas de los agresores eran herramientas de guerra: rifles automáticos y cinturones suicidas llenos de explosivos. La matanza fue indiscriminada, en al menos seis puntos diferentes repartidos por la ciudad. Una noche de viernes normal en París se convirtió en un baño de sangre. La palabra que los parisinos empleaban una y otra vez mientras intentaban asimilar el horror era "masacre".

El saldo sobrepasó los 120 muertos.

En la abarrotada sala de conciertos de Bataclan en el este de París, los agresores abrieron fuego contra una multitud que esperaba para ver a la banda estadounidense de rock Eagles of Death Metal. Un testigo dijo a la radio France Info que les había oído gritar "Allahu Akbar" -"Dios es grande" en árabe- cuando empezaron a matar y tomar rehenes. El jefe de policía de la ciudad, Michel Cadot, dijo que los agresores también llevaban cinturones explosivos, que hicieron estallar.

Aproximadamente a una milla de allí, los atacantes dispararon sobre el bar Belle Equipe, lleno como cualquier viernes por la noche con clientes que se relajaban tras la semana laboral. Un testigo, también en declaraciones a la radio francesa, dijo que los muertos y heridos cayeron "como moscas" y "había sangre por todas partes. Uno se siente muy solo en momentos como ése".

La cifra preliminar de muertos en el bar parecía ser de 18, indicó el fiscal de París, François Molins. Los cadáveres se cubrieron con sábanas blancas.

Más al norte, fuertes explosiones se sintieron en torno al estadio nacional, abarrotado con 80,000 aficionados que veían a Francia imponerse a Alemania en un amistoso de fútbol. Una de las sonoras detonaciones en la fría noche sobresaltó al jugador francés Patrice Evra, que se detuvo a mitad de carrera, al parecer desorientado, y envió fuera la pelota.

Las dos explosiones fueron ataques suicidas y una bomba que mataron al menos a tres personas, cerca de dos de las entradas del estadio y un McDonalds, dijo Gregory Goupil, miembro del sindicato de policías. El estadio fue el primer lugar atacado.

A partir de ese momento, la oleada de asesinatos se extendió con rapidez.

Murieron 14 personas en una calle y cinco en otra, dijo Molins. La dispersión de los asesinatos agravó la confusión e hizo que fuera difícil formar una imagen clara de lo que ocurría. Pero la conmoción fue instantánea, al igual que la comprensión de que se trataba de un terror y un nivel de muertes a una escala inaudita en París desde la Segunda Guerra Mundial.

"Los terroristas, los asesinos, dispararon al exterior de varias cafeterías con ametralladoras y entraron", dijo Cadot, el jefe de policía. "Así que hay víctimas en estados terribles y atroces en numerosos lugares", agregó.

Pierre-Henri Lombard cenaba en un restaurante en el popular barrio cuando oyó un sonido como el de los fuegos artificiales disparados por el Día de la Bastilla, fiesta nacional francesa.

Entonces se desató el pánico.

"Los camareros salieron y dijeron que había un tiroteo. Vimos a docenas de personas corriendo por la calle, una pareja que sangraba", dijo.

Mientras policías, soldados y servicios de emergencia entraban en acción haciendo sonar sus sirenas y sobrevolando la ciudad con helicópteros, el personal médico empezó a aparecer en sus puestos de trabajo de forma voluntaria para ayudar a atender a los heridos. Cinco líneas de metro se cerraron por completo y la policía francesa dijo a la gente que se quedara en casa y evitara salir salvo que fuera absolutamente necesario.

En el Bataclan, la policía lanzó un asalto para liberar a los rehenes. Los sobrevivientes, con aspecto demacrado, fueron evacuados en el autobús.

En el estadio, los aficionados saltaron al campo tras el partido, prefiriendo la relativa seguridad del interior del estadio al caos exterior. Agentes de policía forense vestidos de blanco analizaban los lugares de las explosiones para buscar pruebas.

El presidente francés, François Hollande, fue evacuado rápidamente del estadio y poco después declaró el estado de emergencia.

Nadie se adjudicó de inmediato la responsabilidad de los ataques, aunque yihadíes inmediatamente los elogiaron en Twitter y criticaron las operaciones militares de Francia contra extremistas del grupo Estado Islámico.

Francia ha estado en vilo desde los ataques perpetrados por extremistas islámicos en enero contra el semanario satírico Charlie Hebdo y contra un expendio de comida kosher. En ellos murieron 20 personas, incluidos tres atacantes.

Francia ha experimentado varios ataques de menor escala o intentos de ataque este año, incluido un incidente en agosto a bordo de un tren bala en el que pasajeros estadounidenses sometieron a un hombre armado que trató de atacar a los pasajeros.

El ejército francés bombardea objetivos del grupo Estado Islámico en Siria e Irak, además de combatir a extremistas en África.

Las autoridades francesas están preocupadas por la amenaza que representan cientos de franceses islamistas radicales que han viajado a Siria y regresado a su patria con habilidades para cometer actos violentos.

Aunque aún no se sabe quién es el responsable de los ataques, el grupo Estado Islámico está "claramente en lo alto de la lista" de sospechosos, dijo Brian Michael Jenkins, experto en terrorismo y asesor senior del presidente de RAND Corp.
 

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