Ansiedad e incertidumbre en México tras triunfo de Trump

CIUDAD DE MEXICO - México intenta mantener la calma y pensar con cabeza fría ante la sacudida que supone que llegue a la Casa Blanca un hombre que llamó "criminales y violadores" a los mexicanos, que anunció que rompería los acuerdos comerciales entre ambos países y amenazó con la construcción de un muro y la deportación de sus paisanos.

No obstante, ante la victoria del republicano en Estados Unidos, el presidente Enrique Peña Nieto optó por el pragmatismo y el miércoles lo llamó para felicitarlo. El resultado de la llamada, según dijo Peña Nieto a la prensa, fue una conversación "cordial, amable y respetuosa" en la que acordaron iniciar una "nueva agenda de trabajo" y verse preferiblemente antes de su toma de posesión el 20 de enero.

México, sin embargo, deja notar otro sentir.

"¡A temblar!", coincidían dos diarios nacionales, Reforma y Excelsior, en su portada tras la victoria. El triunfo depreció el peso como nunca antes desde 1995 -según la firma de análisis Banco Base- y provocó que algunos analistas como el escritor Enrique Krauze lo calificaran como un "terremoto", una "tragedia" o incluso el inicio de una "guerra" no militar pero sí comercial, económica, diplomática y ética.

Frente a la preocupación generada por el republicano en la sociedad y los mercados, el gobierno y varios analistas insistían en un mensaje de serenidad hasta ver si el presidente electo hará todo aquello que anunció en su encendida campaña electoral o si suavizará su postura.

"La relación México-Estados Unidos entra en una incertidumbre. Trump no es persona de instituciones. Seguramente va a hacer una política unilateral peor que (George W.) Bush y no podemos saber qué esperar", explicó Isidro Morales, experto en América del Norte del Tecnológico de Monterrey a The Associated Press. "Esto pone en mala posición al gobierno de México en un momento en el que está muy débil" por problemas de corrupción y violencia.

La popularidad de Peña Nieto se vio afectada tras su encuentro con Trump en Ciudad de México en agosto. Sólo horas después, el entonces candidato se jactó, ante los vítores de sus seguidores, de que los mexicanos pagarían por el muro fronterizo aunque todavía no lo supieran.

Sin recordar ese momento, el presidente mexicano indicó que el nuevo capítulo en las relaciones se basaría en el "respeto mutuo a nuestra soberanía" ya que ambos países son "amigos, socios y aliados".

México es el principal socio comercial de Washington y el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, piedra angular de esta relación, es uno de los acuerdos que Trump planteó renegociar.

El primer mensaje para transmitir tranquilidad fue lanzado el miércoles por el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, y el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens. No anunciaron medidas para atender la importante caída de la moneda nacional durante la noche electoral para "evitar reacciones prematuras que se adelanten a hechos que ahora desconocemos", dijo Meade, pero recordaron la estabilidad de las instituciones mexicanas y que los efectos de la victoria de Trump no serían inmediatos.

"El cambio puede generar ansiedad, pero como lo he dicho muchas veces, tengo confianza en que nuestra relación tiene raíces firmes en los valores e intereses que compartimos", declaró, por su parte, la embajadora estadounidense Roberta Jacobson.

En las calles, las repercusiones que puede haber sobre esos valores y los mexicanos en territorio estadounidense son algunas de las cosas que más preocupan porque como explicaba el analista Raúl Benítez, de la Universidad Nacional Autónoma de México, se vivirán momentos de "ánimos nacionalistas muy encendidos" en ambos países.

De ahí que el mismo miércoles fueran varias las voces que pedían al gobierno acciones consulares para garantizar la protección de los millones de mexicanos en territorio estadounidense y el flujo de remesas hacia sus familias.

Al respecto, el presidente contestó que se entregaría "en cuerpo y alma" a velar y cuidar a los mexicanos y estén donde estén.

A pesar de eso, parte de la población se mantiene un tanto escéptica. "El racismo ganó", dijo Santos Romero, un taxista de 38 años que teme las deportaciones masivas. "Muchos paisanos van a tener que regresar. El problema es que aquí no hay trabajo y el dinero que ellos mandan va a afectar a muchas familias. Y si no hay trabajo y la delincuencia está más grave, pues no sé".

Varios expertos consultados coinciden en que pese las encendidas declaraciones de Trump contra los migrantes, la política migratoria posiblemente cambiará poco en el corto plazo. Dado que Barack Obama se ha caracterizado por altos índices de deportaciones, éstas posiblemente sólo continuarán.

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