López Obrador y Anaya intercambian insultos en el debate

El tema era la inmigración y la relación con EEUU, pero dominaron las acusaciones.

El tema central del segundo debate de cara a las elecciones presidenciales de México era la inmigración y las relaciones con Estados Unidos.

Pero aunque el domingo se escucharon algunas propuestas al respecto, el protagonismo estuvo en el cruce de insultos entre el favorito en las encuestas, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, y quien le sigue, Ricardo Anaya, líder de una coalición de derecha e izquierda. Y paradójicamente en varias coincidencias.

“Estás acostumbrado a mentir”, espetó López Obrador a Anaya. Pero los adjetivos no pararon ahí: “mentiroso”, “farsante”, “demagogo” o “canallita” fueron otros de los calificativos que le lanzó cuando ponía en duda sus propuestas.

Anaya, por su parte, tachó al izquierdista de “autoritario” y de proponer ideas que eran “disparates” o “locuras”.

El segundo debate presidencial, celebrado en la ciudad fronteriza de Tijuana, tuvo un ritmo más ágil, preguntas del público y los ojos puestos en las relaciones entre México y Estados Unidos.

Lo más llamativo fue que, pese a los varios desencuentros y a tener estilos muy diferentes - López Obrador más tranquilo, Anaya más impetuoso-, los dos punteros coincidieron en varios temas.

Ambos se comprometieron a trabajar unidos después de las votaciones para defender los derechos de los inmigrantes mexicanos.

“Vamos a triunfar y nos vamos a unir para sacar adelante al país. La patria es primero”, dijo López Obrador, quien según las encuestas tendría una amplia ventaja sobre Anaya, de hasta 20 puntos en algunos casos. Su rival apostó por “poner el interés de nuestro país por encima de cualquier interés personal”.

También coincidieron en plantar cara al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con respeto pero con contundencia; en defender mejor los derechos de los inmigrantes mexicanos en ese país buscando ayuda en organizaciones internacionales si fuese necesario y en tratar mejor a los centroamericanos que cruzan México huyendo de la violencia, muchos de los cuales optan ahora por pedir asilo en el país en lugar de seguir hacia el “sueño americano”.

Diego Domínguez Sánchez, un joven que vivió en Estados Unidos durante 13 años y regresó al país hace tres, se quejó de que ahora trabaja mucho más y gana “menos de la mitad” y puso sobre la mesa otra coincidencia entre los dos aspirantes: apoyar una subida de sueldo a los trabajadores en México, una de las exigencias de Washington en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

López Obrador reconoció que en eso sí opina igual que Trump ya que es “totalmente injusto” que los mexicanos ganen diez veces menos que sus colegas al norte de la frontera.

El candidato del Movimiento Regeneración Nacional (MORENA), insistió en que reducir la pobreza era vital para todo, desde para evitar que los campesinos opten por plantar amapola hasta para reducir la violencia.

El izquierdista también apostó por dejar de hacer “el trabajo sucio” a Estados Unidos controlando la entrada de centroamericanos. No obstante, su tono hacia Washington fue moderado: “Quiero una relación de amistad pero no de subordinación”.

Anaya fue el más contundente en el tema de la seguridad, un asunto en el que afirmó que los estadounidenses “nos necesitan mucho”. Sin llegar condicionar la cooperación bilateral, recordó que por su frontera no ha entrado ni un solo terrorista de los países enemigos de la Casa Blanca y aseguró que Washington no hace “absolutamente nada” para evitar la entrada de armas a México.

Anaya, aspirante de la coalición “Por México al Frente”, calificó de “humillación” la invitación realizada por presidente, Enrique Peña Nieto, a Trump durante la campaña electoral estadounidense después de haber arremetido con dureza contra los mexicanos tachándolos de delincuentes y violadores. “Le gusta provocar”, dijo en alusión al jefe de la Casa Blanca.

El oficialista José Antonio Meade, tercero en las encuestas, defendió la política exterior y migratoria de Peña Nieto, con quien ocupó varios cargos incluido el de canciller.

Fue el único de los cuatro candidatos que matizó que había que distinguir entre los inmigrantes centroamericanos vinculados a la delincuencia y los que huyen por la inseguridad. Sin embargo, reconoció que los dos principales problemas relacionados con la violencia transfronteriza tienen que ver con las armas que llegan de Estados Unidos y con la impunidad.

El independiente Jaime Rodríguez, a quien los sondeos otorgan menos de un 3% en intención de voto, intentó sin éxito tener un poco de protagonismo con frases y declaraciones llamativas para no quedarse fuera de las cámaras.

Pidió a López Obrador que abrazara a Meade y preguntó al público si pensaban que “cualquiera de estos tres puedan hacer el trabajo de presidente” y si se la pasaron viendo quien es “más rata” (ladrón).

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