Bajo vigilancia, millones celebran la Navidad en el mundo

Peregrinos y turistas se encuentran en el lugar donde se cree nació Jesús.

Miles de peregrinos y turistas de todo el mundo comenzaron las celebraciones de Navidad en Belén, donde la tradición dice que nació Jesucristo, despertando esperanzas después de un tenso año que vio aumentar la violencia entre israelíes y palestinos. Mientras, el Papa Francisco ofreció la Misa de Gallo en el Vaticano a la vez que en varias ciudades del mundo se reforzaba la seguridad.

Los fieles desafiaron el helado clima afuera de la Plaza del Pesebre mientras tradicionales canciones navideñas como "Jingle Bells" sonaban en árabe en bocinas y grupos con gaitas y cantaban villancicos.

Turistas eufóricos y cristianos locales recorrían por igual alrededor de la plaza iluminada por luces festivas y un gran árbol de Navidad, visitando tiendas de suvenires y restaurantes. El ministro de Turismo palestino dijo que los hoteles estaban en plena ocupación en la ciudad bíblica de Cisjordania.

Las festividades trajeron un poco de alegría a los cristianos en Tierra Santa, quienes soportaron una ola de violencia que estalló hace más de un año. En ese tiempo, atacantes palestinos mataron a 36 israelíes y dos estadounidenses en apuñalamientos, tiroteos y asaltos en vehículos.

Al menos 229 palestinos fueron asesinados por fuego israelí en ese mismo período que eran en su mayoría atacantes, según Israel.

El papa Francisco celebró la misa del Gallo con la que comienza la Navidad, y en su homilía quiso recordar el "sabor triste de la Navidad" con niños bajo los bombardeos o que viajan en las barcazas para encontrar una vida mejor.

Ante las cerca 10,000 personas que abarrotaban la basílica, Francisco recordó que hoy los católicos celebran el nacimiento de Jesús, el Salvador, y les recordó que eligió nacer en un pobre pesebre y entre los marginados.

Recordó entonces los otros "pesebres" de hoy en día, donde a los niños se les "devora su dignidad".

Pidió a los fieles que se dejasen interpelar "por el Niño en el pesebre", pero también "por los niños que, hoy, no están recostados en una cuna ni acariciados por el afecto de una madre ni de un padre, sino que yacen en los escuálidos pesebres donde se devora su dignidad: en el refugio subterráneo para escapar de los bombardeos, sobre las aceras de una gran ciudad, en el fondo de una barcaza repleta de emigrantes".

En otra parte de la región, la menguante comunidad cristiana del Medio Oriente ha sufrido persecución a manos de extremistas islámicos.

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