Cruz Azul vs León: no basta ser campeón

El Cruz Azul, que inicia hoy su camino en la liguilla mexicana ante el León, ya organizó una fiesta la semana pasada y no fue capaz de gozarla. Se vio paralizado por la culpabilidad, la autoprotección por no relajarse antes de tiempo. Contraste entre una victoria enorme y un proyecto apenas en camino a su meta prima.

Porque el Cruz Azul es desde la semana pasada el mejor equipo en la historia de la CONCACAF. Ganó su sexta copa regional, más que nadie, pero su entorno luce más pendiente de sus deudas en el ruedo doméstico, esa ruleta impredecible, que por su nueva estatura histórica, su superlativo palmarés internacional.

Tras la consagración, en el diario mexicano “Récord” se subrayó la semana pasada que este semestre del Cruz Azul sería “un rotundo fracaso” si no saca el diploma de campeón local.

La escena actual del club encajaría en un sillón de psiquiatra. Empezaría por el pasado. Hablaría que tantas épicas finales perdidas. Que hasta en su cenit liguero, en la década de 1970, tuvo golpes como aquella agónica caída ante Nacional uruguayo en la Copa Interamericana. Que una vez tuvo la Copa Libertadores casi en sus menos, que incluso venció al Boca Júniors en Argentina, y perdió todo en penales. Que en el 2010 tenía casi ganada una final de CONCACAF contra el Pachuca y resbaló sin sentido en el segundo final. Que no se puede tener tan mala suerte para perder la liguilla en mayo de 2013 contra el América porque el portero rival te cabecea en tu área y te clava el gol en el descuento.

No. No se puede festejar tranquilo con tantas pesadillas en la mochila. Tantos “casis” que obligan a la sobriedad. No se puede fanfarronear con un pasado así.

Los antecedentes justifican, más que precauciones antes futuros trauma, una sensibilidad depresiva del Cruz Azul. Hasta en su último momento de gloria en liguillas, en 1997, dejó la imagen contrastante de un Carlos Hermosillo con el pómulo perforado, herido, cobrando el penalti ganador en el último aliento. Un campeón que ni el peaje de la gloria pudo pasar impune.

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